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La deriva identitaria de Meloni

El Ejecutivo de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, cumple seis meses. Tras una fase inicial de moderación y apoyo a Ucrania que tranquilizó a las cancillerías occidentales, el gobierno de extrema derecha parece haber enfilado la senda del ultranacionalismo.

RFI
24 de abril de 2023 - 05:48 p. m.

El Ejecutivo de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, cumple seis meses. Tras una fase inicial de moderación y apoyo a Ucrania que tranquilizó a las cancillerías occidentales, el gobierno de extrema derecha parece haber enfilado la senda del ultranacionalismo.

Por el corresponsal de RFI en Roma

El pasado 18 de abril, durante una intervención en un congreso sindical, el ministro de Agricultura de Italia, Francesco Lollobrigida, una eminencia gris del Ejecutivo de Giorgia Meloni y cuñado de ésta, además de hombre fuerte del partido gubernamental Hermanos de Italia, aseveró que en el país se está llevando a cabo —por medio de los flujos de inmigración irregular y como consecuencia de la baja natalidad— una “sustitución étnica”.

“No podemos rendirnos a la idea de la sustitución étnica”, dijo Lollobrigida, tras prometer que el Ejecutivo reforzará las políticas socioeconómicas para que los italianos reciban incentivos para tener más hijos. “La idea de la sustitución étnica es: como los italianos hacen menos hijos, los sustituimos con otros [migrantes]. ¡No es ese el camino a seguir!”

La “sustitución étnica” es una teoría complotista con tintes xenófobos y racistas que tiene su origen en el autor de extrema derecha francés Renaud Camus. Él acuñó la década pasada el concepto del “grand remplacement”, que ha tenido eco en partidos y sectores sociales de la extrema derecha de Europa y Estados Unidos. Según la visión de Camus, en Europa occidental se está llevando a cabo, por medio de la tácita participación de la élite política progresista, una estrategia de inmigración masiva procedente sobre todo de África para “reemplazar” a los europeos y a sus valores católicos. De esta forma, según Camus, las élites políticas lograrían disolver las identidades nacionales y dominar al unísono a las masas.

Meloni ya declaró en el pasado, cuando los sondeos no le daban ninguna posibilidad de llegar al poder, su apoyo a la visión de la “sustitución étnica”, pero no lo ha hecho desde asumir el poder a finales de octubre, aunque su gobierno está ahora empeñado en revertir uno de los males que según ella azotan a Italia: la baja natalidad y la inmigración clandestina.

Las palabras de su cuñado Lollobrigida —casado con la hermana de Giorgia Meloni, Arianna, otra exponente de Hermanos de Italia— tuvieron eco internacional y provocaron el rechazo inmediato y unánime del mundo político italiano, incluso en las filas de los partidos conservadores que, como la Lega, forman parte de la coalición gubernamental.

“El ministro Lollobrigida ha pronunciado palabras realmente feas. Se ha equivocado en la forma y muchas veces la forma es la sustancia”, dijo el vicepresidente del Senado, Gian Marco Centinaio, de la aliada Lega. La líder de la oposición, la socialista Elly Schlein, atacó al ministro por evocar conceptos de “supremacista blanco”. El escándalo fue aún mayor porque las palabras fueron pronunciadas el día en que el presidente de la República, Sergio Matarella, visitaba el campo de exterminio nazi de Auschwitz, en Polonia.

Lollobrigida, lejos de disculparse, dijo que “desconocía” la existencia de la teoría de Camus y acusó a la oposición de atacarle gratuitamente. Pero insistió en el concepto de preservar los “valores”.

“Si somos italianos y pensamos que nuestros valores deban ser tutelados debemos defenderos con el nacimiento de hijos que tienen la suerte de nacer en Italia”, dijo en entrevista con el diario Corriere della Sera.

Viraje al ultranacionalismo identitario

El partido Hermanos de Italia, fundado por Giorgia Meloni y por exponentes de la derecha radical, nació en Roma hace una década como heredero de movimientos sociales neofascistas. Uno de sus pilares ideológicos es la defensa de la “nación” y de los valores tradicionales de lo que el partido considera inherentes a la “nación italiana”: familia, catolicismo, e identidad. En este contexto, la inmigración, sobre todo la irregular, es percibida como una amenaza.

La llegada de Meloni al poder en octubre había puesto en alerta a las cancillerías europeas y a la propia Unión Europea, a quien la líder de extrema derecha había considerado culpable en el pasado de numerosos problemas, entre ellos la inmigración irregular. Sin embargo, tras asumir el cargo el 22 de octubre, Meloni tranquilizó a los socios europeos y de la OTAN posicionando a su gobierno como europeísta y como apoyador de Ucrania en su guerra contra la invasión de Rusia.

Sin embargo, tras seis meses de cierta cautela que le han valido a Meloni elogios como la de priorizar el pragmatismo a la ideología, el Ejecutivo está desplegando una serie de políticas que pretenden defender la identidad italiana respecto a lo extranjero, retornando así al bastión ideológico de la extrema derecha.

Una de las iniciativas en discusión es una ley que multaría con hasta 100.000 euros a los órganos de la administración pública que usen anglicismos en lugar de palabras italianas. Fue propuesta por el diputado y vicepresidente de la Cámara de Diputados, Fabio Rampelli, también miembro de Hermanos de Italia y mentor político de Meloni. Según él, la propuesta se justifica porque “la lengua italiana, así como muchas otras lenguas madre, corre el riesgo de desaparecer”.

Otra iniciativa procede de la propia Meloni, que ha prometido una modificación de la legislación para que la enseñanza secundaria ofrezca a los estudiantes un curso especializado en el “Made in Italy”. Ello con el objetivo de promover el producto y la excelencia italiana. Roma también ha prometido enviar el navío Amerigo Vespucci cargado con alimentos para difundir los productos agropecuarios italianos por todo el mundo, en un viaje que debe durar nada menos que dos años.

En paralelo, el propio Lollobrigida se ha comprometido a cambios legislativos para evitar que en Italia se produzca o se comercialice la llamada “carne de laboratorio”, es decir, aquella producida con células animales. Aunque los científicos sostienen que puede ser una solución al cambio climático y al sufrimiento animal, Lollobrigida se opone porque atenta contra “la diferencia cultural” italiana. La dieta italiana, que la derecha evoca como fuente de orgullo nacional, ya fue objetivo de reclamas identitarias del Gobierno Meloni cuando atacó un artículo del diario Financial Times en el que se apuntaba la influencia norteamericana en platos como la pasta a la carbonara.

Con todo, el objetivo principal del viraje ultranacionalista sigue siendo la lucha contra la inmigración irregular, un asunto en el que el gobierno Meloni, que llegó a prometer un bloqueo naval en el Mediterráneo a imagen y semejanza del muro de Donald Trump en la frontera con México, ha fracasado notablemente. En lo que va de 2023 han desembarcado en Italia más de 34.000 inmigrantes irregulares, una cifra casi cuatro veces mayor que la equivalente el año pasado, y los expertos prevén que este año pueda batirse el récord histórico de llegadas.

Esta semana el Parlamento aprobó un decreto que, entre otras cosas, prevé el fin de la llamada “protección especial”, una norma que permitía agilizar la concesión de permisos de residencia a inmigrantes irregulares en situación de vulnerabilidad. Para el escritor A. Paladino, estudioso de la extrema derecha, se trata de “quitar un trozo del derecho, es decir, quitar las bases jurídicas que permiten a los extranjeros de estar en Italia”.

Mientras se lucha contra la inmigración, el gobierno promueve la natalidad. Así, Meloni ha evocado una revisión de fiscal que, de concretarse, reduciría radicalmente la presión impositiva sobre familias que tengan dos o más hijos. Una forma, según Meloni, de responder adecuadamente a la crisis demográfica de Italia, uno de los países de Europa occidental más azotados por la baja natalidad.

RFI

Por RFI

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